Accésit en los "XIX Jocs Florals per a Gent Gran Camp d'en Grassot, Vila de Gràcia, El Coll" (Barcelona) en la categoría Prosa en castellano.
La biblioteca de mi casa de la infancia era un territorio
sin fronteras, un laberinto
misterioso, la caja de Pandora. Era la libertad y el goce de elegir, de soñar,
de internarnos en quién sabe qué paisajes y con qué gentes.
Estoy impregnada del aroma de aquellos
libros de variados tamaños, algunos soltaban una nube de polvo al moverlos,
otros ofrecían páginas aceradas de letras diminutas. Y los había desteñidos,
gordos, míseros y hasta opulentos.
Al volver a casa luego del trabajo
papá caminaba la Avenida Corrientes, la del tango, la que nunca duerme según
dicen. Este típico rincón de Buenos Aires se ofrecía plagado de librerías con
mesas atiborradas de textos dejados como al descuido para que ciertos seres,
disfrazados de transeúntes y perdidamente enamorados de las letras, revolvieran
sus lomos y acariciaran sus hojas.
Mi padre era uno de ellos. Recuerdo
como si fuera hoy su figura enjuta atravesando el umbral, en una mano la
consabida golosina para mí y en la otra una bolsa cargada de libros: ilusiones
de papel.
A su debido
tiempo cada quien
en mi familia se zambullía en aquellas historias y se iba de viaje con sus personajes. Salía a conocer mundo,
atravesaba montañas, vivía en altamar con los piratas, se calzaba una escafandra
y se deslizaba hasta el fondo del océano o recorría palacios y jardines en las
mil y una noches más fantásticas que
pudiera una imaginar.
Con las poetas Glòria Forasté, María Teresa Ferrer y Juliana Mediavilla |
Si leer sirve para frenar la muerte y
para contener el miedo,
esas insidiosas amenazas que nos acompañan durante toda nuestra
esas insidiosas amenazas que nos acompañan durante toda nuestra
vida, y si quienes escriben son peligrosos artífices de una
realidad que necesita ser ordenada desde la magia, desde la ficción, agradezco a mi madre y a mi padre, sabios, intuitivos, asombrosos hechiceros que me empujaron al universo de los libros, abrieron la puerta y arrojaron bien lejos el candado.
realidad que necesita ser ordenada desde la magia, desde la ficción, agradezco a mi madre y a mi padre, sabios, intuitivos, asombrosos hechiceros que me empujaron al universo de los libros, abrieron la puerta y arrojaron bien lejos el candado.
L.C.
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