lunes, 3 de diciembre de 2018

El poema

Hay poemas que de tan poemas te desgarran
y te abren como una  flor de nácar por la noche.
Son corales al filo de la penumbra,
hipocampos en llamas huyendo hacia lo eterno.


Imagen de la red
Y tú, tan veterana, te conviertes 
en una geoda recién nacida.
Estalla en tu centro un arco iris,
giras sobre tu eje 
y te elevas sin despegar de la tierra.
No es el Diablo ni es Dios, 
es el poema alado 
y es su voz secreta y su misterio
su determinación a la deriva
una interfaz lunar o cibernética
la barca del remero solitario.

Cuando te alcanza ese poema
los lobos aúllan en tu interior
y las lobas destripan las entrañas del verbo
que son también las tuyas.
Como una daga te atraviesa 
un rap susurrado 
que se convierte en
el grito de las niñas robadas
en las miles de mujeres
donde machos gentiles
clavan sus banderillas una vez
y otra vez.

Todo lo dicen los poemas de amor y de guerra
que vocean las comadres en las plazas
y trasnochan en bares las gargantas jóvenes.

Tú los recoges
y doblas con cuidado sus esquinas
los proteges del olvido.

Los proteges con tus arterias si hace falta,
poemas minerales que atracan en tus costas
y amarran tus sentidos sin bitácora
y te salvan
y te salvan
y te salvan.

L.C. 
(Domicilio equivocado, Huerga y Fierro 2018)

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